Bailar y escribir

Bailar y escribir. Saltar y enunciar. Rodar y declamar. Caminar y pensar. Acciones corporales y generación de palabras. Anclar el pensamiento al movimiento y viceversa. Generar textos a partir de la experiencia corporal.

Nuestro trabajo de investigación contiene palabras que se anclan a la experiencia. Una experiencia en la que nos movemos, nos movemos para pensar, nos movemos para actuar, nos movemos para compartir, nos movemos para organizar nuestros pensamientos antes de pasarlos al papel

La inhalación y la exhalación se convertían en el ritmo a seguir. Procurando utilizar tiempos largos de entrada y salida de aire, pensaban en su cuerpo como un gran globo de aire que se inflaba con la inhalación y se desinflaba con la exhalación. Sentían y visualizaban ese trayecto que realizaba el oxígeno desde diferentes lugares de la habitación a cada pequeña célula de su cuerpo. Era como un juego de imaginación; no es que sintiesen cada célula del cuerpo, sino que ese ejercicio de imaginar el cuerpo como un gran espacio dividido por rutas y subrutas que terminaban en pequeñas formas redondas y móviles, los alvéolos pulmonares o las células, les permitía activar zonas del cuerpo que de otra manera serían muy difíciles de percibir. El ritmo que les marcaba la respiración también les marcaba una velocidad corporal. Una velocidad contenida pero segura, sólida, enraizada a la tierra, que en este caso era el suelo de su apartamento. Realizaban una especie de taichí contemporáneo en el que no había una coreografía a repetir, sino que era la necesidad del cuerpo la que iniciaba ese movimiento. Podía ser la urgencia de mover un pie, una mano o una rodilla la que permitía que el resto de las articulaciones y falanges conti- nuasen ese viaje que la atención, puesta en un fragmento del cuerpo, originaba. Era cuando pensaban en el viaje del oxígeno, desde su entrada por la nariz hasta una parte concreta de su cuerpo, la que permitía accionar una atención más precisa, más afinada y que desplazaba cualquier otra intromisión no beneficiosa del deseo ajeno. Se activaba así una pequeña batalla entre el exceso exterior y la calma interna que las prácticas ralentizantes producían. También entraba en juego una pregunta que ayudaba enormemente a resignificar aquello que les rodeaba y que estaba cargado de significados. Significados que en ese momento de urgencia tenían que ser desplazados para incorporar otras formas de relacionarse con las cosas, de dialogar con los objetos. Ponían a funcionar una pregunta, que, como un mantra, ejercía de diseccionador de la realidad: ¿Qué es eso? se preguntaban continuamente ¿qué es eso?, ¿qué es esto? A veces escribían algún texto: esto es mi brazo que se flexiona desde el codo y que intenta tocar la pierna reco- rriéndola desde la cadera hasta el pie respiro inhalo y exhalo con la mirada sigo la mano que cuando llega al suelo se apoya exhalo más fuerte inhalo con suavidad visualizo el video me acuerdo de la pantalla de la reunión en el suelo me siento y apoyo la espalda y me vuelvo a preguntar ¿qué es esto? esto es mi pie que veo desde el suelo que casi no lo veo porque solo hay una vela encendida esto es un piso un apartamento nuevo y bonito un lugar agradable miro hacia la calle y no veo gente está vacía extremadamente vacía y continúo mirando hasta que llego a la rodilla ahí justo ahí enfrente y pienso en que solo me fijo en eso por un momento solo me fijo en lo que yo quiero en nada más y este momento es único y sigo escuchando a Mac Miller un chaval que se mató por lo famoso que era y hace una música preciosa y al inhalar siento el aire que entra en mis pulmones ese aire fino y largo que entra es vital y puedo sentirlo.

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Proyecto “Falces Sonora”

Me dejo llevar por el ritmo de esa música sin letra, esa versión instrumental de una canción de hip hop. Me muevo usando las herramientas de danza contemporánea que conozco, creando líneas de tensión entre diferentes partes del cuerpo, moviendo los órganos, moviendo la piel, usando el peso, usando lo apoyos. Sigo hasta el final de la canción. Queda el ruido, el ruido producido por la distorsión de las frases anteriores. Cojo mi cuaderno y escribo unas ideas asociadas a la velocidad. He notado que al acelerar activo otra forma de pensar, una forma más precisa, más concisa. Lo apunto así en el cuaderno mientras incremento el ruido con el sintetizador. Consigo un ruido al que llamo ruido del infierno. Un sonido profundo y oscuro que emite este aparato analógico. Por otro lado, incorporo un sonido de lluvia. Me agarro a ese sonido conocido, a ese lugar que puedo identificar para continuar. Sonido de lluvia y ruido del infierno. Así estoy durante un rato, ahora solo camino y pienso que más voy a hacer en esta sesión. Escribo eso mismo en un papel: ¿Qué vas a hacer ahora?

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